martes, 18 de noviembre de 2008

TRECE PARÁBOLAS PARA UN CONFLICTO. 3, 4 Y 5

Os pido perdón por el retraso, pero me encontré con otras prioridades más acuciantes. Además la semana que viene no podré acudir al Blog, por motivos que probablemente os cuente en otra ocasión. Así que he decidido incluir tres parábolas: La número 3 se llama "Parábola de los dos clientes" y trata del conflicto, que ya apareció en el Evangelio, de que no se puede servir a dos señores. La número 4 tiene el título de "Parábola del carro y los 24 caballos" y alude a un hecho evidente (aunque pocos gestores lo comprenden) : Cuantos menos caballos tienes más difícil es tirar del carro. La 5 tiene el nombre de "Parábola de los dos hombres ricos" y en este caso se ve como uno de los dos ricos dilapida su tesoro, al que podrámos llamar "Knowledge" o sea "Saber tecnológico".
Trece Parábolas para un conflicto. P 3.
Trece Parábolas para un conflicto. P 4.
Trece Parábolas para un conflicto. P 5.

lunes, 3 de noviembre de 2008

TRECE PARÁBOLAS PARA UN CONFLICTO. 2

Esta semana les voy a incluir la segunda parábola: "PARÁBOLA DE LOS TRES CONDUCTORES". Frente a un conflicto como el que nos enfrentó en el 2003, esta prábola insiste en el valor de la cooperación, pero, en una empresa jerárquica, esta cooperación debe ser estimulada por sus dirigentes.
PARÁBOLA DE LOS TRES CONDUCTORES.

lunes, 27 de octubre de 2008

TRECE PARÁBOLAS PARA UN CONFLICTO

Quiero presentar aquí una pequeña colección de relatos titulada "TRECE PARÁBOLAS PARA UN CONFLICTO " que escribí en marzo del 2003, cuando tuvo lugar la huelga provocada por la anunciada reestructuración de Thomson. En aquel momento no me atreví a publicarla, aunque el concepto de parábola deja mucho lugar para la interpretación. Creo que son divertidas y que reflejan, en mi opinión, ahora prácticamente confirmada, lo que fue una decisión suicida de la dirección (de Thomson, no de la dirección local) y una huelga no menos suicida. Espero que el tiempo haya limado las asperezas y que estos relatos no provoquen susceptibilidades. Para animar el blog voy a publicar las 13 parábolas separadamente, a una por semana, y empezaré por el prefacio, el índice y la primera parábola titulada " PARÁBOLA DEL GRANJERO Y SUS TRES VACAS"
TRECE PARÁBOLAS PARA UN CONFLICTO. PREFACIO, ÍNDICE Y PARÁBOLA 1.

jueves, 18 de septiembre de 2008

La exportación a Japón.

Durante una reunión de Product Line Managers en Berlín en noviembre de 1981, me enteré, en una conversación casual con Keijiro Sato, presidente de ITT Japan, de la posibilidad de entrar en el mercado de Japón, debido a que las autoridades japonesas estaban deseosas de importar productos europeos y americanos con objeto de destruir la mala imagen de Japón en los mercados exteriores, como un país que exporta pero pone trabas a la importación.
A mi vuelta hablé con el Director General de CITESA (Manuel Vidal) y decidimos intentarlo. Para conseguir más información enviamos al Ingeniero de Ventas, José Jarque, a Japón. Después de una corta visita, en la que obtuvo la ayuda de la oficina de la multinacional en Tokio, Jarque informó que la obtención de las aprobaciones necesarias en cuanto a homologación de los productos no parecía muy difícil. Había conseguido las especificaciones japonesas en inglés, e incluso había contactado con un posible distribuidor (SUN).
I+D estudió las especificaciones y se realizaron pruebas y modelos, que pasaron los test necesarios sin dificultad. Se realizaron pruebas en STL, que también resultaron positivas. Mientras tanto Marketing estaba en contacto con el distribuidor, habiendo llegado a un acuerdo de principio, en lo referente a cantidades, precios, garantías, etc.
Jarque volvió a Tokio para concretar algunos puntos, por ejemplo, ciertas características del modelo que podían ser adaptadas a los gustos del cliente, cumpliendo las normas en todo caso, y también para conseguir compromisos de compra por parte del distribuidor. Volvió con ambas cosas: las características deseadas por el distribuidor como más idóneas para el mercado japonés, y un pedido para los primeros seis meses. También fijó el precio de venta al distribuidor.
Se prepararon muestras e información para la homologación y se enviaron a Japón, donde la oficina de la multinacional, con la cooperación del distribuidor realizó las gestiones administrativas necesarias. La homologación se obtuvo en un tiempo record, siendo CITESA la primera empresa extranjera que entró en el mercado japonés con aparatos telefónicos.
A su debido tiempo, y según el programa se realizaron los primeros envíos. Todo fué perfectamente durante un año. Mientras tanto otros competidores consiguieron la homologación, y comenzaron a entrar en el mercado. Debido a mejoras tecnológicas y curva de experiencia el coste del producto, que también se vendía en otros mercados (Australia, Suecia, EEUU) sufrió una bajada importante.
Al discutir los volúmenes y precios para el año siguiente, en el curso de una visita del distribuidor a las oficinas de CITESA, pidió algunos cambios de características en el modelo. Especialmente indicó que el ajuste del timbre debería ser cambiado. Como no estaba seguro del cambio requerido pidió una visita de Jarque al Japón para hablar con sus técnicos. Durante dicha visita se concretaron los cambios. Se realizaron en I+D y se incorporaron a la producción con mucha facilidad, pues consistían en una manera diferente de ajuste, sin cambios en piezas ni componentes.
Comenzaron los envíos y pocas semanas después se recibió un telex del distribuidor diciendo que el producto no estaba de acuerdo con lo pactado, ya que el timbre no funcionaba según especificación. También decía que no se explicaba el error ya que era fácil de arreglar por medio de un ajuste, que sus técnicos habían realizado en Japón.
Solicitamos muestras del producto reajustado y, al recibirlas, se comprobó que todo era debido a un malentendido, provocado, casi con seguridad, por el uso por ambos interlocutores de un idioma (el inglés) distinto del suyo. En otras palabras al especificar los japoneses habían querido decir algo distinto a lo que Jarque les había entendido, pues cada uno daba a la palabra inglesa utilizada (buzzer) un significado distinto.
El problema era que había en Japón una gran cantidad (40.000) de productos con el ajuste erróneo. Enviarlos de vuelta a España significaba un coste tremendo, tanto en dinero como en tiempo. Así que se propuso al distribuidor que los reajustase en Japón, cargando los costes a CITESA. No se quiso discutir de quién era la responsabilidad, ya que, estimado el coste de la reparación por la Ingeniería Industrial de CITESA, resultó ser de menos de 1$ por unidad, contando con todas las operaciones necesarias (desempaquetado, apertura, reajuste, cierre, prueba, empaquetado). Se consideró más importante mantener la imagen frente al distribuidor.
La sorpresa llegó cuando, varios meses después se recibió la factura de cargo, por valor de cerca de $ 400.000. Inmediatamente se contestó por telex pidiendo aclaraciones e información de como habían llegado a dicha cifra. Al recibir la información se descubrió que para la operación de ajuste habían estimado los técnicos japoneses un tiempo cerca de diez veces mayor que los españoles.
En esos momentos había más problemas. Las ventas habían bajado debido a la presión de la competencia, y CITESA quería mantener sus ventas en Japón a toda costa. Los costes seguían bajando, por lo que el Director General era partidario de reducir el precio, manteniendo el margen. Concretamente, proponía una reducción de $2 por unidad (el coste había disminuído $2). Las ventas en unidades presupuestadas para el año siguiente eran de 40.000 unidades, con un precio unitario de $35.
El Director General decidió que Jarque y yo fuéramos a Tokio para solventar ambos problemas. Fuimos en mayo de 1984.
Al reunirnos con SUN les presentamos los cálculos de nuestra Ingeniería Industrial y les pedimos que nos enseñaran los suyos. Dijeron que su ingeniería estaba en Osaka, y para consultarles necesitaban tiempo, así que nos citaron para el día siguiente a las nueve de la mañana. Esa misma tarde nos llamaron al hotel pidiendo aplazar la reunión un día más. Cuando por fin nos reunimos, empezaron a pedir disculpas y a asegurarnos que todo se debía a un error de una secretaria al mecanografíar los cálculos de su ingeniería. Según ellos había corrido la coma decimal un lugar a la derecha, multiplicando por diez el tiempo necesario para el ajuste. No exagero si digo que se pasaron cerca de dos horas pidiendo disculpas. (Vamos que no se hicieron el harakiri de milagro). Con los nuevos datos su cálculo y el nuestro eran, prácticamente, idénticos. En resumen que lo que teníamos que pagar eran unos $40.000.
Entonces les conté un cuento “chino” (o japonés). Les dije que sacar de España las divisas necesarias era muy complicado (algo de verdad había), así que le propuse que el pago se realizara mediante un descuento de $1 en cada aparato de los siguientes 40.000, manteniendo el precio existente. Así no sólo mantenía el precio sino que, además, aseguraba la venta de 40.000 aparatos. Como les cogí con la moral baja, aceptaron a la primera. Esa noche nos invitaron a su club, como es normal en Japón, y nos pusimos hasta el gorro de whisky. Bien está lo que bien acaba.
No me resisto a contar una anécdota de nuestras relaciones con SUN, que ilustra sobre la sociedad japonesa. Un día me llamaron del Departamento de Ventas de Citesa Madrid para decirme que el Director de Marketing de SUN quería entrevistarse con nosotros, pero que le venía muy mal venir a Málaga, por problemas de vuelos, así que me pedía que fuera yo a Madrid. Naturalmente dije que sí. Pero a los pocos días me volvieron a llamar, diciendo que Yamanishi (el Director de Marketing de SUN) había llamado por teléfono cancelando el viaje. El citado Yamanishi, de unos 38 años, era hijo del dueño de SUN, pero no por eso tenía privilegios. Reportaba al Director de SUN en Tokio (un individuo muy representativo del antiguo carácter japonés: autoritario, chauvinista y machista). SUN tenía la central en Osaka y en Tokio una oficina. Como teníamos que hablar con SUN y Yamanishi no venía decidimos ir nosotros a Tokio. Una vez allí, mientras tomábamos unas copas en su club Yamanishi me dijo: “Le extrañaría que cancelase mi viaje a España”. “Así es” le respondí. Y me lo explicó. Tenía pensado salir de viaje hacia Europa un viernes. El jueves de la semana anterior al viaje, le llamó su padre desde Osaka y le citó en su oficina para el día siguiente. Al llegar pasó al despacho de su padre, quién abrió un cajón de su mesa, sacó una foto, y se la dió mientras le decía: “El viernes que viene te casas con esta señorita”.
Al acabar Yamanishi me dijo:”Supongo que a usted le extrañará esta situación, pero es la costumbre japonesa, los padres deciden con quién te casas”.
Creo que las cosas están cambiendo, pero Japón es otro mundo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Cómo se originó la exportación a Australia

En varias ocasiones Rafael Vertedor me ha pedido que cuente cómo se inició la exportación a Australia. He tardado más de lo previsto porque entre Rafael y yo tenemos un ligero desacuerdo sobre en que año se inició dicha exportación. Rafael opina que fue en 1981, mientras que yo creo que fue en 1982. Las razones que tengo para pensar así son las siguientes: Mi primer viaje a Australia lo realicé entre el 22 y el 31 de octubre de 1981, y no hay duda de ello ya que conservo el pasaporte con los sellos de inmigración australianos. El motivo de dicho viaje era negociar con Australian Telecomm la venta del Góndola. Estuve en Sydney y en Melbourne. También conservo referencia de mis viajes en esos años, que confirma lo dicho. En todo caso si alguien dispone de más datos agradecería que me los enviase o los incluyese en el blog.
Según mis recuerdos, en una reunión mantenida en STL (Harlow), el día 14 de julio de 1981, a la que asistió un representante de Standard Telephones & Cables de Sydney, éste comentó que Australian Telecomm estaba interesada en adquirir teléfonos del tipo Trendline, o sea Góndola. Informé de ello a nuestro Director General (Manuel Vidal). Una vez pasado el mes de Agosto iniciamos contactos con STC Sydney y con ITTE e ITTNY, ya que el teléfono podía fabricarse tanto en Málaga como en Corinth (Mississippi). Se consiguió que se asignara la fabricación a Málaga y se decidió que me fuera a Sydney para negociar con Australian Telecomm. El obtener el visado llevó algún tiempo y por fin realicé el viaje el 22 de octubre. Volé de Málaga a Londres con Iberia y allí enlacé con un vuelo de Qantas, que me llevó a Sydney, con escalas en un emirato del Golfo (no recuerdo cual), y Singapur. En total 34 horas de viaje. Tuve la precaución de salir de España el 22 de octubre, jueves. Así llegaba a Sydney el 24, sábado (hay que considerar el desfase horario de 8 horas) y tenía todo el fin de semana para recuperarme del jet-lag. Como ya he comentado tuvimos reuniones con Australian Telecomm tanto en Sydney como en Melbourne. Se consiguió el pedido y las entregas comenzaron en 1982. Posteriormente hubo algunos problemas de calidad.
Por ejemplo, Juan Carlos Prieto me recuerda la contaminación de la granalla de carbón con el aceite de las prensas hidráulicas que cerraban los electrodos. El ambiente estaba “aceitoso” y en el momento de fabricarlas los valores eran correctos. Con el tiempo el aceite apelmazaba el carbón y caía la eficacia. Era un problema temporizado. La solución fue hacer un “taller limpio” con prensas neumáticas que no generaban el problema. Si se hubieran renovado y mantenido de forma adecuada las prensas, se habría evitado la pequeña catástrofe que nos obligó a Juan Carlos y a mí a ir a Sydney el 23 de abril de 1983. En esta visita nosotros creíamos que nos iban a echar la bronca por el problema de calidad, y resultó que nos la echaron por los retrasos en las entregas. No fue una visita cómoda ni fácil, lo pasamos mal, y para redondear la broma el penúltimo día de estancia me caí y me rompí dos costillas y me fracturé otra. Pero entonces no lo sabía, así que nos fuimos a Tokio. Dos meses después, continuaban los dolores así que fui a clínica en Citesa y el médico me miró por rayos X y me mandó a la Mutua, donde descubrieron las roturas, pero me dijeron que a esas alturas ya no había que hacer nada.
También hubo problemas por suciedad en los entrehierros del timbre, y mala acomodación de los cablecillos de conexión que se salían entre el bastidor y la base. Para resolver el problema se desplazó Rafael Vertedor, que hizo una gran labor.
Hubo un problema de electricidad estática que afectó a un CMOS de marcación. Naturalmente todos los aparatos se inspeccionaban antes de ser enviados, pero al llegar a Australia algunos no marcaban. Se comprobó que el problema estaba en un CMOS de marcación que llegaba destruido. El problema se estudió en Sydney, Harlow (STL), Málaga y en los laboratorios del fabricante de CMOS (ITT Intermetall, Friburgo). Finalmente, en Málaga, José Antonio Maestre descubrió la razón. Sencillamente, una de las operarias de Calidad al comprobar algunos aparatos, sacaba el plástico que protegía el microteléfono de modo rápido, lo que originaba una descarga de electricidad estática que dañaba el circuito. Según me dice Rafael Vertedor en STC quedaron muy impresionados con la eficacia de la intervención de Maestre.
También recuerdo que desde STC Sydney enviaron a un inspector, que era chileno, y pasó algún tiempo en Málaga.
Se dejó de exportar porque por entonces empezaron a fabricar copias del Góndola en Taiwan y Hong Kong, con muy mala calidad pero a precios bajísimos. Con el tiempo mejoraron la calidad y mantuvieron los bajos precios...y adiós nuestra exportación. Yo creo que los problemas de calidad no influyeron ya que en todos los casos reaccionamos correctamente.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

LOS ORDENADORES Y CITESA

Hace algún tiempo que, exprimidos los recuerdos de mi paso por Citesa- al menos, así lo creía-, abandoné este blog y creé otro, con mi propio nombre, donde seguir escribiendo y opinando sobre un escenario, más amplio y variopinto, por el que me he ido desenvolviendo, a lo largo de todos estos años.
Pero, una etapa, tan larga y determinante, es difícil de obviar; sobre todo, cuando, cualquier episodio, del que quieres escribir o hablar, te lleva a ella, porque, con ella, estuvo relacionada.
En este momento, cuando estoy sentado frente a la pantalla de un ordenador, con el que paso-ahora, como antes- una buena parte de mi tiempo, he querido escribir sobre mis comienzos, en la informática (siempre como usuario) y, ello, me ha llevado, de forma inexorable, a retroceder varios años y reencontrarme con Citesa.
En la fábrica había- sobre eso, ya se ha escrito en este blog- un departamento de informática, que dirigió Florentino Martínez Roces. Pero, ése, era un mundo, cerrado para los demás; una especie de santuario inaccesible para los profanos, pero que controlaba numerosos aspectos de la fábrica, mediante el hardware y software que los sistemas de IBM producían. La participación de los demás se limitaba al acceso a sus informes, que nos llegaban en copiosos listados de papel y, otras veces, a través de las terminales (no inteligentes), que se distribuían por las oficinas.
El comienzo de la “otra informática” se produjo con la llegada de un primer ordenador personal, que compró Pepe Ranea, y que calló en mis manos, por circunstancias, de las que ya he escrito en otra entrada de este blog. Por eso, puedo considerarme, hasta cierto punto, pionero del uso, en Citesa, de los ordenadores.
No era, ni siquiera, lo que, después, conocimos como PC ´s, sino un Commodore, con doble disquetera y cuyo sistema operativo, integrado en la memoria ROM, apenas permitía programar en BASIC y utilizar una primitiva hoja de cálculo (Visi Calc), además de algunos juegos.
Yo aprendí a utilizar el Basic – naturalmente, ahora no sabría hacerlo- y, su hoja de cálculo, para llevar el control de ciertos parámetros y confeccionar la presentación de resultados en las reuniones de la dirección.
Trasladé mi incipiente afición a mi casa, mediante la compra de un Commodore 64, que utilizaba, como únicos periféricos, en mi caso, una unidad de casete y la pantalla de mi propio televisor.
Más tarde, en Citesa, aparecieron los primeros PC´s, comercializados por ITT y fabricados en algún país asiático. Y. yo, aprovechando una oferta para los empleados, me compré uno, con el que sustituí a mi Commdore.
Eran, todavía, ordenadores muy rudimentarios- los 386 o, tal vez, anteriores- con pantalla monocroma, que usaban el MS2 y, donde, su memoria RAM y la capacidad del disco duro, apenas se medían por megas.
Con ellos, aparecieron nuevos paquetes de software: el Lotus, como hoja de cálculo; el Word Star (posteriormente, el Word Perfect), para el proceso de textos y el Dbase, como base de batos.
El uso de estos ordenadores, todavía rudimentarios, sin Microsoft ni Internet, consiguió, a pesar de todo imponerse y extenderse por la fábrica. Y, la Informática, dejó de ser algo misterioso y casi tabú.
Hoy, que sigo con un ordenador, la nueva tecnología me ha permitido, asomarme al mundo, a través de Internet y, entre cosas, reencontrarme viejos amigos y compañeros.
Esta pequeña historia de mis comienzos “informáticos”, quizás, no estaban destinada a este espacio. Pero, mientras la iba escribiendo, me ha ido llevando hasta el único sitio, donde tenía que ser ubicada y que no podía ser otro que este blog.

viernes, 29 de agosto de 2008

CITESA, UNA COMPAÑÍA MUY "VIAJERA"

Hace un mes aproximadamente, a finales de Julio, la que había sido la última secretaria de dirección de CITESA, Lola Cantueso, y, por tanto, mi secretaria desde que asumí la Dirección General de la empresa heredera de CITESA, primero Atlinks España los años 2001 y 2002 y posteriormente Thomson Telecom desde 2003 hasta que dejé la Compañía en 2006, fue “reestructurada”, o sea, despedida en castellano. Hay que ver los eufemismos que utilizamos en el ambiente laboral, (restructuración, reciclaje), para acallar nuestra conciencia y no llamar a las cosas por su nombre en castellano.

Pues bien, Lola, ha dejado la Compañía tras veinticinco años de servicio y ha tenido el detalle de enviarme las hojas de liquidaciones de mis gastos de viaje de los treinta y tantos años que he estado en CITESA Standard Atlinks Thomson. Eran dos carpetas de lomo ancho que estaban arrumbadas en los armarios del archivo de Dirección. Archivo que, como todos los archivos de papel de los departamentos, se había convertido en archivo “de bajo movimiento” desde la aparición de la informática y la práctica exclusividad del soporte electrónico para los documentos.

Aparte del ataque de nostalgia que me embargó y que os podéis imaginar, por redescubrir de repente sitios en los que había estado y que había olvidado totalmente y por poder reconstruir trozos de la historia de la Compañía a través de esos viajes, aproveché mi menor dedicación profesional actual para, con el espíritu de hacer balances que nos entra a partir de ciertas edades, dedicar una tarde a revisar esas carpetas que contenían una parte sustancial de mi vida profesional, es decir, de mi vida, y sacar algunas estadísticas.

Me he quedado asombrado. Resulta que he hecho 652 viajes en 33 años. Cuento como un viaje cada vez que salgo de Málaga, aún cuando en multitud de ocasiones, estos viajes han tenido dos y hasta cuatro destinos, antes de regresar a Málaga.

La ciudad que más he visitado ha sido París, en 152 ocasiones, seguida de Estrasburgo, 33 veces. He estado en China, contando las dos Chinas, la Popular y la Nacionalista, o sea, Taiwán, más de treinta veces. Finalmente, en el año que más viajes profesionales he realizado ha sido en 2003, que salí de Málaga en 53 ocasiones.

Ya desde los inicios, CITESA era una compañía muy “viajera”. Entonces pertenecía al Grupo ITT, iniciales de International Telephone and Telegraph, pero que precisamente por los frecuentes viajes de sus directivos para reuniones, decían que significaban International Talking and Travelling; y cuando se hablaba de su división europea, IITE, la E por Europe, se le añadía al “Talking and Travelling” el “Eating”. En mis primeros años en CITESA, las personas que hacían viajes internacionales con cierta recurrencia se reducían casi exclusivamente al personal técnico/producto (entonces eso de Marketing no existía) y que en los primeros años de la Compañía era casi una sola persona: Lorenzo Martínez, a los directores que periódicamente tenían que presentar resultados y planes en Bruselas y al personal de Calidad relacionado con algún envío a países foráneos (muchas de la veces, envíos problemáticos). La frecuencia de viajes internacionales de las personas de la Ingeniería de Desarrollo era debida a la dependencia que tenía ese departamento de las direcciones técnicas de ITT sitas en Bruselas y Nueva York que, entre otras muchas reuniones, tenían establecidas unas de Jefes de Ingeniería de las diversas subsidiarias del grupo en las distintas sedes de forma más o menos rotatoria. Sin duda Lorenzo Martínez, que era el principal “beneficiario” de estos viajes, podría elaborar mucho más sobre este punto, y hasta corregirme, con esa portentosa memoria para las cosas “inútiles” (en apreciación de José María Reyes) que tiene.

El personal de las áreas industriales tardó en viajar con frecuencia al extranjero, quizás porque la coordinación internacional industrial era llevada a cabo desde Ramírez de Prado. Después, como todos, también se han "jartao".

La verdad es que en el aspecto de los viajes, la Compañía no me engañó. Recuerdo que en la entrevista de entrada una de las pocas cosas por las que se interesó Lorenzo Martínez fue si estaba dispuesto a viajar. No me preguntó si hablaba inglés (preguntar por ello en el año 73 era perder el tiempo). Además tenía la experiencia previa de Maestre y García Lopera que se habían ido a Londres con una mano delante y otra detrás, lingüísticamente hablando y que sobrevivieron y con éxito. No habían pasado ocho semanas cuando partía para Stuttugart para varios meses como experto (?) en diseño de aparatos telefónicos, con una semana de inmersión en inglés en Inlingua.

En estos más de treinta años desde entonces, la forma de viajar ha ido variando drásticamente. En aquellos primeros años, siempre se llegaba al destino el día anterior, con tiempo para dar un paseo por la ciudad en cuestión y cenar tranquilamente en algún restaurante típico, con cuidado con lo que se comía para no tener problemas luego con el interventor de turno, que, aunque acababa “pasando” el voucher, parecía que disfrutaba haciendo sufrir al comensal con los “excesos fuera de norma” que había cometido, sobre todo si era pipiolo. Posteriormente, a medida que los viajes se tornaban más frecuentes, iban tomando un carácter utilitario al mismo ritmo que se aceleraba la actividad profesional, de forma que se procuraba aprovechar el día de trabajo en Málaga y partir de viaje por la tarde. Ello, además, facilitado por el mayor número de rutas aéreas y frecuencia de vuelos.

También se solía extender la estancia un día para hacer turismo, sobretodo si la ciudad visitada era atractiva o nueva para el viajante. Por el contrario, últimamente, quiero decir desde hace más de diez años para acá, si se terminaba el motivo del viaje con antelación, indefectiblemente se intentaba gestionar un cambio de billete por otro más temprano.

Tengo que recordar un viaje a Sao Paulo, en 2003 junto a Rafael Vertedor ya en época de Atlinks, en el que visitamos Telefónica tratando de venderles teléfonos públicos. Pusimos mucho interés en la visita, forzando a Telefónica a que nos recibiera. Cuando terminamos la reunión y les dijimos que volvíamos a España esa misma tarde, no se lo creían. Y es que el Carnaval empezaba al día siguiente. Los “telefónicos” pensaban que nuestro interés en reunirnos era una excusa para pasar unos días bailando samba.

Hasta en tres ocasiones he tenido que simultanear mi puesto en Málaga con responsabilidades de dirección a nivel corporativo. Todas las veces me han propuesto que dejase Málaga y me incorporase en exclusividad al puesto corporativo, naturalmente en París. Nunca acepté porque no veía estabilidad en las organizaciones que me iban a recibir y he de decir que siempre acerté: todas las veces, esas organizaciones, Telecom Profit Center con Thomson, Communications Product Development con Atlinks y Residential Phones Division con Alcatel, no llegaron a completar los doce meses de vida y las posibilidades de quedar en off-side (en la calle) ante una reorganización en París no siendo francés, creedme, son altas.

Pero esa simultaneidad de puestos, no ha sido gratuita, sino que me ha costado meses de sacrificios y estrés, con viajes casi semanales a París o Estrasburgo principalmente, con deficiencias en mi trabajo en ambos lados y, lo que peor llevaba, con directrices de mis jefes, el local y el internacional, no siempre coincidentes, si no en franca colisión.

Voy a terminar con una anécdota no mía sino de Miguel Ruiz al que he pedido permiso previo para hacerla pública en la red. Era el año 1991. Alcatel había empezado el proceso inexorable de centralización de la decisión de negocio en París y, naturalmente comenzó por absorber la responsabilidad de Marketing a las subsidiarias, entre ellas a CITESA, que había tomado cierto protagonismo por el liderazgo en teléfonos cordless. El caso es que Miguel Ruiz por Marketing y yo como técnico, teníamos que estar una semana sí y otra también en Francia. Yo me organizaba estando el lunes en Málaga hasta la tarde que tomaba un vuelo directo a París, donde aterrizaba, con suerte, a las diez de la noche. La rutina de la semana era siempre la misma: trabajo de martes a viernes en la oficina de Suresnes, y el viernes tras la comida temprana de los franceses, llamábamos un taxí para el aeropuerto Orly Sud que era la terminal de donde salían entonces los vuelos a España (y a todos los países árabes, por cierto). Una de esas semanas Miguel se había llevado a su mujer, Toñi, a París y cunado íbamos en le taxi camino del aeropuerto le pregunté a Miguel: “¿Toñi nos espera en el aeropuerto?”. Miguel se puso blanco; se dio una palmetada en la frente como el del anuncio de los Donuts y exclamó: “¡Coño, mi mujer!”. Siguiendo la rutina de todas las semanas se había olvidado que tenía que pasar a recogerla al hotel.

El siguiente problema vino con el taxista que no hubo forma de convencerle para que se desviara, ya que decía que el terminaba su jornada en Orly (lo de la “amabilidad” de los taxistas de París daría para otro artículo). A todo lo más que accedió fue a dejar a Miguel en una parada de taxis. Al final, pudieron coger el vuelo previsto conmigo y la cosa no pasó de ahí. Bueno, quizás sí. Miguel, con la falta de malicia que da la juventud, confesó a su mujer que “gracias a José Luis no te he dejado tirada en el hotel”. Franqueza a todas luces innecesaria y que me temo le costaría a Miguel una temporada “a pan y agua”.

sábado, 5 de julio de 2008

Anécdotas de CITESA



Anécdotas de CITESA..


Hasta ahora las notas que he preparado para el blog han sido más bien de tipo histórico-técnico. Hoy trato de recordar algunas historietas o sucedidos. Ante todo quiero dejar claro que espero que nadie se sienta ofendido, lo que cuento está narrado exclusivamente con “animus jocandi”, que dicen los abogados. En todo caso, si es conveniente, no daré los nombres de los protagonistas.


El León y el Tristón
.- Durante la segunda mitad de 1963 y el principio de 1964 estuvimos muy atareados montando y echando a andar la fábrica. Entonces el Jefe de Calidad era mi amigo y compañero de curso en la Escuela de Telecomunicación Gerardo Villanueva, mientras que yo era el Jefe de Ensamble y Laboratorio de Telefonometría. Gerardo siempre ha tenido cierta propensión a ver la botella “medio vacía”, mientras que yo siempre la veo “medio llena”. Era frecuente que, cuando había algún problema en las líneas de ensamble fuéramos Gerardo y yo a ver si encontrábamos la solución. Gerardo siempre vaticinaba los peores males, mientras que yo veía alguna solución fácil. En aquella época ponían en TVE una serie de dibujos animados protagonizada por un león optimista y un zorro pesimista llamado “Tristón”, cuya frase favorita era: “Debí de imaginármelo!” Ni que decir tiene que pronto nos “bautizaron” como “El León y el Tristón”.


El Cautivo.- Tan pronto como comenzamos la producción para Telefónica, ésta nombró un inspector residente, con objeto de inspeccionar los envíos en fábrica antes de su salida hacia los almacenes de Telefónica. El tal inspector era un individuo bastante original. Se decidió suministrar a los empleados de Citesa con tareas en laboratorios, unas batas blancas. Inmediatamente el citado inspector pidió que se le suministraran a él. Las batas eran de varias tallas, y como el inspector era bastante alto se le entregaron de la talla grande. El caso es que se pasaron y le estaban muy largas, llegándole hasta los tobillos. ¿Bata blanca hasta los tobillos? Ni que decir tiene que se le empezó a llamar “El Cautivo”. (Nota para los lectores no malagueños: El Cautivo es la denominación de una imagen de Jesucristo, que se procesiona el Lunes Santo, muy venerada en Málaga y, especialmente, en el barrio de la Trinidad donde Citesa estaba situada. La dicha imagen muestra a Jesús de pie, vestido con una larga túnica blanca).

¡ Ah…Perdón!.- Esta historia no la conozco de primera mano sino que me la contaron. Así que no puedo garantizar su autenticidad, pero “si non é vero é ben trovato”.
NN era alto y fuerte y, como muchos otros, le tenía pánico a las inyecciones. Pero en cierto momento necesitó inyectarse y acudió a la clínica de Citesa. La ATS (entonces se decía “practicante”) era una señorita muy amable, que indicó a NN que la inyección debía ponerse en donde la espalda pierde su casto nombre. Así que NN se bajó los pantalones y el calzoncillo y la ATS le inyectó. En ese momento NN se sintió mal, la cabeza le daba vueltas, se quedó blanco y empezó a derrumbarse, vamos que se mareó. La ATS trató de sujetarle para evitar que se diese un golpe, pero ya he dicho que NN era alto y fuerte, es decir pesaba mucho, con lo que se derrumbó arrastrando a la ATS, y cayendo sobre ella. En ese preciso instante se abrió la puerta de la clínica y asomó una cabeza, que al ver la escena, NN con los pantalones y gayumbos bajados, situado sobre la ATS, no dijo más que:¡Ah..Perdón! retirándose discretamente.


¡Enfermera….!.- Esta historia, como la anterior, me la han contado, por lo que no puedo asegurar su veracidad. Uno de sus protagonistas es la ATS de la historia anterior. El otro un joven titulado muy tímido. El caso es que el día de la inauguración oficial de Citesa se dió eso que entonces se llamaba “una copa de vino español”, es decir canapés, aperitivos, refrescos, vino, etc. El citado joven, parece ser que bebió algo más de lo oportuno y, según salía del edificio de oficinas, al pasar por donde entonces estaba la clínica, movido por los efectos del alcohol empezó a gritar a voz en cuello: ¡enfermera, tócame la pera!


El Director “sumergido”.- Cierto día, calculo que a principios de los ’70, nuestro Director General Santiago Armisén me pidió que subiera a su despacho con José Antonio Maestre. No recuerdo exactamente la razón, pero posiblemente fuera para hablar del desplazamiento de Maestre a STL Harlow para intervenir en el desarrollo del primer teléfono electrónico. Armisén tenía en su despacho un sillón con ruedas que, además, tenía un resorte que permitía echarse hacia atrás. En el curso de la conversación Armisén empezó a recostarse, pero pronto fue descendiendo hasta que desapareció entre la mesa y el armario que tenía detrás. El efecto era como si se estuviese “hundiendo”. Al final se oyó un chasquido y cayó con las piernas en alto y la espalda en el suelo. Maestre y yo fuimos en su socorro, por un lado muertos de risa, por lo cómico de la situación, pero, por otro, preocupados por si se había hecho daño. Sacarle de su situación no fue empresa fácil Afortunadamente no le ocurrió nada.

PS 1886.- Muchos de vosotros recordareis a Keith Preece. Era el Director Técnico de ITTE para el área de Aparatos de Abonado. Venía frecuentemente a Málaga y yo le veía además en las reuniones de Directores Técnicos que manteníamos tres o cuatro veces al año, cada vez en una ciudad. Terminamos siendo buenos amigos. Por entonces yo había descubierto el whisky de malta, hoy frecuente en España, pero entonces prácticamente desconocido. Preece por su parte era un enamorado del brandy Larios 1886. Así que llegamos al acuerdo de que cada vez que nos íbamos a ver yo llevaría “1886” y él “Glennfiddich”. (Intercambio tecnológico se llama esta figura). En cierta ocasión estaba yo en una reunión en STL Harlow cuando me llamaron desde Málaga para decirme que acababa de recibir un telex (todavía no había fax y mucho menos e-mail) de Preece desde Bruselas citándome a una reunión el lunes siguiente. En el telex me pedía que llevara copias de una serie de dibujos de PS’s (piezas sueltas). Pedí a Ingeniería que me preparara las copias solicitadas y que, junto con el billete de avión y reserva de hotel, me dejaran todo en mi despacho, ya que llegaba a Málaga el viernes por la tarde. La idea era recoger todo el sábado por la mañana y viajar a Bruselas el domingo por la tarde. Cuando llegué a mi despacho el sábado me encontré con un montón de copias y una nota que decía: “No hemos encontrado ningún PS que sea el PS 1886”. En el telex Preece decía.”….and bring 1886, please”

Please bring “Magno”.- La anécdota anterior me recuerda otra similar. En ITT (Nueva York) había un departamento que se dedicaba a reservar hotel o vuelos a los miembros de ITT que visitaban Nueva York. El jefe de dicho departamento se llamaba Jim Franco. Era de origen italiano y muy extrovertido. Siempre estaba gastando bromas. Con los españoles su broma favorita era decir: “I’m Franco, but not the general”. La verdad es que se portó muy bien conmigo, siempre me reservaba las mejores habitaciones, incluso cuando había un lleno. En cierta ocasión me llamó por teléfono para decirme que iba a venir a Málaga en el curso de un viaje por Europa con su mujer y su hija. Me pidió que le buscase un buen hotel en la costa y le recomendase que sitios visitar. Así lo hicimos y quedó muy contento de su visita a Málaga. Algún tiempo después tuve que ir a Nueva York de improviso, así que le llamé para pedirle hotel. Me dijo que no me preocupara y me pidió que le llevase “Magno”. Di por sentado que se refería al brandy, así que compré una botella. Cuando ya en su despacho de Park Avenue, se la entregué puso una cara muy rara y dijo: “What is that?” “What you asked for” le contesté. “No, I don’t asked for brandy but for soap” ¡Lo que quería era jabón Magno de La Toja! Lo había conocido durante su visita a España y a su mujer le había gustado mucho. En cualquier caso se quedó con el brandy (que le gustaba a él). Posteriormente le hice llegar el jabón.



viernes, 20 de junio de 2008

Bluetooth en ATLINKS (CITESA)

Hoy podéis encontrar tecnología Bluetooth en productos tan usuales como el coche y el teléfono móvil. CITESA, cuando cambió su nombre por ATLINKS (echo de menos a algún blogger decidido que escriba una cronología o resumen de estas transformaciones), hizo sus pinitos en esta tecnología. Al volver de mi estancia en Ilkirch, en el año 2000, propusimos una serie de nuevos desarrollos entre los que se encontraban algunos basados en Bluetooth. Por desgracia (ya no estaban los tiempos para eso) no llegaron a cuajar. Me he permitido utilizar parte de una presentación PowerPoint de aquellos tiempos y, liberándola de profundidades tecnológicas excesivas, intentar contar la historia tal como creo que sucedió. Si no disponéis de Power Point os podéis bajar un visor de www. powerpoints.org (recordad, powerpoints con "s" final).
Aplicaciones de Telefonía Bluetooth en CITESA(ATLINKS).

martes, 3 de junio de 2008

Los SATAI

Sistema Jefe-Secretaria 2/2/1

Este tipo de aparatos telefónicos llevaba en inglés el nombre de “key systems”, debido a que las conmutaciones necesarias para su funcionamiento se hacían mediante “llaves” electromecánicas, es decir un botón pulsador que actuaba sobre un conjunto de contactos que realizaba las conexiones o desconexiones oportunas.
En resumen un “key system” es un sistema telefónico multilínea usado, fundamentalmente, en pequeñas oficinas o en departamentos de grandes oficinas, de modo que una o varias líneas exteriores se pudieran compartir entre todos los aparatos del sistema, disponiendo, además, de una o varias líneas internas para la intercomunicación de los aparatos. Telefónica decidió introducirlos al final de la década de los ’60 del pasado siglo, llamándolos: Sistemas Automáticos Telefónicos de Abonado con Intercomunicador, de ahí lo de SATAI.
En esa época, prácticamente, el único proveedor de teléfonos de Telefónica era Citesa, así que nos pidieron que los fabricáramos. Dentro de ITT se fabricaban “key systems” en Standard Electric Lorenz (Stuttgart) y en Bell Telephone Manufacturing (Amberes), en ambos casos el diseño estético seguía las líneas del teléfono Assistant (en España llamado Heraldo). Tanto en Alemania como en Bélgica fabricaban varios modelos:

Sistemas Jefe- secretaria: 1/2/1 y 2/2/1
Key systems: 1/5/1 y 2/11/2
(y creo que alguno mayor)

El primer número de los que indico se refiere al número de líneas externas. El 2º al número de aparatos y el tercero al número de líneas internas.

Telefónica quería los cuatro sistemas mencionados, pero el problema que se presentó fue que en los tres primeros se utilizaba un bastidor del tipo Heraldo, aunque más grande (para el que había que construir un conjunto de moldes, que se podía amortizar con las cantidades proyectadas), pero para el 2/11/2 hacía falta un bastidor aún mayor, lo que implicaba un conjunto nuevo de moldes, que no había manera de rentabilizar dado el pequeño número de 2/11/2 que se proyectaba. Además en Alemania y Bélgica los sistemas 1/5/1 y 2/11/2 tenían respectivamente 6 y 12 aparatos, dado que en cada aparato no había botón correspondiente al propio aparato, pero Telefónica insistió en que cada botón estuviese dedicado a un aparato con lo que los sistemas se convertían en 1/6/1 y 2/12/2. En seguida vimos que era posible construir un 1/6/1 en el bastidor pequeño, pero en el caso del 2/12/2 era totalmente imposible usar dicho bastidor por falta de espacio para ubicar las llaves para 12 botones. Nos reunimos muchas veces con Ingeniería de Planes y Normas pero no había manera de convencerles de la imposibilidad, hasta que se me ocurrió (uno, de vez en cuando, piensa) que se podía construir un 2/6/2, así que se montó un modelo de aparato en el Laboratorio de Electroacústica, se le presentó a Planes y Normas y, (¡milagro!) lo aceptaron.
Durante muchos años los Satai tuvieron muy buena aceptación, especialmente los Jefe-secretaria, ya que facilitaban sobremanera la comunicación dentro de las empresas. Eso sin mencionar algunas “tácticas” de Telefónica, tales con decir al aspirante a abonado que había línea disponible para Satai pero no para Heraldo. (No es raro ya que a un empleado de Citesa le dijeron que si quería línea telefónica en su piso debía instalar un Góndola y no un Heraldo).

Años después Telefónica volvió a insistir en que quería un sistema mayor que el 2/6/2, pidiendo un 4/10/5. Tal sistema no existía en las compañías de ITTEuropa, así que me fui a EEUU a buscar lo que había en ITT Telecomm, en Corinth, Mississippi. Lo más parecido que tenían era un 4/10/1. Cuando les dije que queríamos un 4/10/5 me miraron como a un loco, ya que 5 líneas internas significaban que todos estaban hablando a la vez unos con otros (de dos en dos). Yo ya lo sabía y se lo había hecho notar a Telefónica, pero ya sabéis: “el cliente siempre tiene razón”. La manera de usar un “key system” en EEUU era distinta a la española. Allí la línea interior la usaban, casi exclusivamente, para transferir la llamada externa otro aparato y no para charlar entre ellos (en una oficina pequeña si quieres hablar con un compañero lo lógico es ir a su mesa y no llamarle por el intercom) con lo que una sola línea interior era suficiente. Después de mucho estudiar el caso vimos que se podía incluir otra línea interna, obteniendo así un 4/10/2. Se lo presentamos a Planes y Normas y nos dijeron que, en principio, lo aceptaban pero que el diseño estético (muy americano) no les gustaba. Así que otra vez estábamos en la primera casilla. (Me refiero al juego de la oca). Poco después el Director General de Telefónica dijo que quería visitar la fábrica de Citesa Madrid, así que organizamos la visita incluyendo una presentación de los productos de Citesa Málaga. En las oficinas de Citesa Madrid montamos una pequeña exposición de los teléfonos y centralitas que fabricaba Citesa, en la que incluimos, más que nada por “rellenar”, el diseño del 4/10/2 rechazado. A eso de las 10 de la mañana se presentaron los responsables de Planes y Normas y Comercial de Telefónica, que cuando vieron el 4/10/2 nos dijeron algo así como: “¿Qué hace esta birria aquí?. Ya sabéis que no nos gusta” Casi inmediatamente se anunció que el Director General, junto con el Director Técnico de Telefónica acababan de llegar. El Director Técnico había estado la semana anterior en EEUU de visita, y, posiblemente influido por lo que había visto allí, nada más entrar en la sala donde estaban los aparatos se dirigió al 4/10/2 y dijo:”¡Esto es lo que necesitamos! ¡Me encanta este diseño!”. Ni que decir tiene que los mismos que cinco minutos antes denostaban el diseño empezaron a elogiarlo. La verdad es que, vistas las cosas con la perspectiva de los años, los que tenían razón eran aquellos a los que no les gustaba. El 4/10/2 no fue ningún éxito.
Mucho después, cuando la electrónica entró en los aparatos telefónicos, se diseñaron los Satais Teide. Pero esa historia es mejor que la cuente otro más enterado que yo, pues en la época en que se diseñaron yo ya no estaba en Ingeniería sino en Marketing.

jueves, 17 de abril de 2008

Involución (Relato)

Hace poco comentaba Lorenzo Martinez sobre los problemas del Heraldo en Hong-Kong: "confieso que a mí aquello me sonaba a ciencia-ficción". Pues bien, aquí teneis un relato corto que, aunque relacionado con CITESA, es de ciencia-ficción. Lo escribí específicamente para este Blog e intenta responder a la pregunta "¿Qué hubiera pasado con CITESA si...? Aunque completamente inventado y notablemente exagerado, no os debe caber la menor duda de que, como en todos los relatos, contiene algo de realidad. Así que preparaos a viajar en el tiempo con Kiko, el protagonista.
Involución (Relato).

Más sobre exportación a Hong Kong

Más sobre la exportación de Heraldos a Hong Kong.

El magnífico artículo de Rafael Serrano sobre su viaje a Hong Kong en 1966 me anima a contar mis vivencias sobre la exportación de Heraldos a dicha ciudad.
Como ya he contado en otro artículo en el verano de 1965 viajé a Hong Kong para tratar de vender teléfonos a la Hong Kong Telephone Company. Entonces la ciudad era colonia británica, tenía unos 4 millones de habitantes (de los que solo el 1% era no chino), y los precios eran, en general, bastante bajos. (Se podía comer en un restaurante de primera clase por el equivalente a unas 300 pesetas, incluyendo vino francés). Posiblemente debido a la suerte del principiante, el caso es que los convencí y realizaron un pedido de 85.000 aparatos en varios colores (entre ellos el negro, que daba muchos problemas de moldeo). La entrega se debía de realizar antes del final de año, por lo que se trabajó en fábrica contra reloj y con los problemas que ya he contado en el artículo sobre el Heraldo. Se realizó el envío por vía marítima, a través del Canal de Suez.
En el mes de julio de 1966 viajé a Colombia para vender teléfonos a la Empresa de Teléfonos de Bogotá. A la vuelta, y dado que debía pasar varias horas en Madrid hasta enlazar con el vuelo Madrid –Málaga, aproveché para ir a Citesa Madrid para contar a Alfredo Remón (que acababa de incorporarse a la compañía como Director de Marketing) como habían ido las cosas en Bogotá. Nada más verme me dijo que había un telex de Hong Kong diciendo que a los Heraldos se les rompía el bastidor. Le contesté que eso no era posible, dado que estaban moldeados en ABS. De hecho, uno de mis argumentos de venta era subirme en un Heraldo y saltar sobre él, con mis 80 kg. Se rayaba algo pero no se rompía. Así que pensé que se confundían con los aparatos similares de otros fabricantes que utilizaban poliestireno en lugar de ABS. Le dije a Remón que pidiera alguna muestra de bastidor roto. Una semana después me llamó Remón desde Madrid y me dijo que había recibido la muestra y que efectivamente era nuestra y estaba rota. Intervinieron ITTE e ITT Nueva York. Para estudiar el caso enviaron desde Nueva York a un experto en plásticos (el Dr. Thornton) con el que fui a los Laboratorios de Standard Telecommunication en Harlow (unos 50 km. al norte de Londres). Allí estudiaron el caso los expertos y dijeron que se trataba de migración del plastificante, que degradaba las características del ABS, como muy bien ha explicado Rafael Serrano. En un primer momento, confieso que a mí aquello me sonaba a ciencia-ficción. Para evaluar la situación nuestro Presidente, Mariano Gómez Mira, decidió que Remón y yo fuésemos a Hong Kong.
Cuando llegamos (julio de 1966) habían almacenado los teléfonos en una nave en la fábrica de Transelectronics, sin aire acondicionado y con el calor y humedad de Hong Kong. El ambiente era poco menos que irrespirable. El plastificante chorreaba por el bastidor, que se rompía como si fuese de queso de Burgos. Luego nos enteramos que la migración se ve potenciada por el calor y la presión, y el caso era que los pasachasis desarrollados para tapar la salida de los cables del teléfono, para evitar la entrada de cucarachas, ejercían una fuerte presión sobre el bastidor y eran los moldeados con el plastificante migratorio. Remón y yo hicimos un muestreo de los teléfonos y descubrimos que:
1) Prácticamente todos los bastidores estaban rotos.
2) Muchos timbres no funcionaban debido a la presencia de partículas de hierro en el entrehierro.
3) Algunos teléfonos presentaban signos de oxidación en algunas piezas.

Se decidió que Remón volviera a España y yo esperara en Hong Kong a la llegada del Jefe de Ingeniería de Aparatos de Standard Eléctrica, ya que entonces en Málaga no había Ingeniería. Claro que, para aprovechar el tiempo, Gómez Mira me dijo que en tanto llegaba José Luis de L´Hotellerie (el Jefe de Ingeniería de Aparatos) yo me fuera a Filipinas, donde se estaba estudiando la posible exportación de Heraldos. De vuelta de Manila y ya con L´Hotellerie en Hong Kong negociamos con la compañía de teléfonos de Hong Kong el procedimiento a seguir. Se vió que devolver los teléfonos a Málaga era inviable por problemas de tiempo, así que se decidió enviar a alguien para organizar la reparación y, al mismo tiempo, enviar desde Málaga, los repuestos necesarios.
Ya de vuelta en Málaga, Santiago Armisén pensó que la persona indicada para llevar a cabo la reparación, y, al mismo tiempo, asegurar la calidad de los aparatos reparados era Rafael Serrano. Así que le llamó a su despacho y se lo comunicó. Yo estaba presente y recuerdo que, como dice Rafael en su artículo, le dijo que sería cosa de “dos o tres semanas”.
Cuando Serrano llevaba en Hong Kong unos dos meses, Gómez Mira decidió ir a ver como iban las cosas, y me dijo que fuera con él. Por cierto que un buen día me llamó a su despacho y me dijo: “Mire Martínez, como vamos juntos usted viajará conmigo en primera”. No me había dado tiempo de sentarme en mi silla cuando me volvió a llamar: “¿Sabe usted la diferencia de precio entre primera y turista?”. Le contesté: “Algo así como 500.000 ptas.” “Bueno, es algo más, así que viajaremos en turista”. “No se preocupe, viaje usted en primera y yo iré en turista”. Pero insistió en que fuéramos los dos en turista. Como ya he comentado en otro artículo, los aviones de entonces eran mucho más pequeños que los de ahora, y en turista el espacio era minúsculo, con lo que casi 24 horas de avión se hacían muy duras. Y más si ya no eras joven, caso de Gómez Mira. Además el vuelo tuvo problemas por tormenta en una de las escalas, con lo que llegamos a Hong Kong con 4 horas de retraso.
En el aeropuerto estaba Serrano esperándonos. Supongo que debido al cabreo que tenía por llevar tanto tiempo allí, aumentado por el plantón en el aeropuerto, lo primero que le dijo a Gómez Mira fue: “¿Cuándo me vuelvo a Málaga?”.
Llegamos al hotel (el Hilton), y Gómez Mira dijo que iba a descansar un poco y que le esperásemos en mi habitación. Al quedarnos solos le dije a Serrano: “¿Cómo has recibido así a Gómez Mira?”. “Es que estoy muy harto de estar aquí, se me dijo que serían dos o tres semanas, ya llevo dos meses y todavía queda mucho trabajo. Además, para tratar de acabar cuanto antes, estoy trabajando 12 horas diarias, incluyendo sábados, sin cobrar horas extraordinarias. Por otra parte, estar aquí me está costando dinero, porque en Málaga hacía horas extra”. Al cabo de un rato llamó Gómez Mira y me dijo que fuera a su habitación. Lo primero que me expresó fue su malestar por la actitud de Serrano en el aeropuerto. Le expliqué los motivos y me preguntó: “¿Martínez usted cree que efectivamente está haciendo horas extra?” “No me cabe la menor duda” le contesté, “pero si usted tiene dudas, pregunte en Transelectronics, ya que ellos sabrán las horas que está allí” . “No hace falta preguntar nada, a mi vuelta a Madrid arreglaré el asunto de las horas de Serrano”.
Durante la estancia de Gómez Mira, Serrano y yo pasamos más hambre que un perrillo chico, porque era del tipo de persona que con un sándwich ya ha comido, así que el día que se fue nos apresuramos a irnos a un restaurante francés (Le Trou Normand) a desquitarnos.
Como cuenta Rafael en su escrito, había organizado una cadena de desmontaje-reparación-montaje-inspección con las chicas chinas. Verlos y, sobre todo, oirlos trabajar era todo un poema. Por ejemplo la jefa de equipo le decía a Rafael: “Este tim-ba is bad”. (Parece que tim-ba es “teléfono” en chino). Y así, en un español-chino-inglés, se entendían. En definitiva, Rafael hizo un magnífico trabajo, pero las pasó “canutas”.
Yo no volví a Hong Kong hasta casi 20 años después (parece un título de Dumas), y para entonces las cosas en Hong Kong habían cambiado muchísimo. Ahora eran ellos los que fabricaban teléfonos, los precios se habían disparado y los rascacielos habían proliferado.

martes, 15 de abril de 2008

Memoria sobre el Plan de Viabilidad 1993-1998

Desde el enlace que figura al final, se puede descargar el documento público: “Memoria de formula Alcatel Citesa S.A. sobre el desarrollo del Plan de Viabilidad 1993-1998”, de fecha 16/3/1999. La copia de este documento nos ha sido facilitada por Rafael Márquez Gallo.

En esta Memoria, Citesa expone la cumplimentación por su parte de todas las obligaciones contraídas en los acuerdos con la Administración para el Plan de Viabilidad y adjunta toda la documentación de soporte correspondiente.

Resumo aquí los antecedentes de este Plan de Viabilidad, que tal como se indica en la propia Memoria fueron los siguientes:

Tradicionalmente, el Cliente fundamental de Citesa había sido Telefónica y lo continuó siendo durante toda sus historia. Pero en 1989, coincidiendo con la liberización del mercado de terminales telefónicos en España, se desencadenan una serie de hechos que afectan muy negativamente a Citesa:

- Telefónica cambia su criterio de reparto de las compras de sus teléfonos, primero aumentando la participación del segundo suministrador y posteriormente, introduciendo un tercero con lo que la parte asignada a Citesa baja considerablemente.

- La liberalización del mercado propicia la entrada de otros competidores con costes inferiores.

- El cambio tecnológico que se produce en los terminales telefónicos a partir del principio de la década del los 80 trae consigo una reducción considerable de la mano de obra necesaria para fabricarlos.


Todos estos factores llevan a la Compañía a una situación difícil, con unas instalaciones, equipamiento y estructura de personal inadecuadas y sin recursos financieros para emprender la reconversión, según se indica en la mencionada Memoria.

Para afrontar esta situación, Citesa diseña una estrategia que se plasma en un Plan de Viabilidad para el período 1993-1998 con la participación de la Administración y los accionistas, sobre la base de un proyecto de inversiones industriales y tecnológicas que llevan también a la construcción de una nueva fábrica en el Parque Tecnológico de Andalucía, en Málaga, adonde traslada sus actividades en 1995.

Como decíamos al principio, el lector interesado puede descargar el documento público mencionado del siguiente enlace:

Memoria Plan Viabilidad 1993-1998

sábado, 12 de abril de 2008

Mi viaje a Hong Kong. 1966

Una de las primeras exportaciones de aptos. telefónicos Heraldo, color negro, fué a la antigua colonia británica de Hong-Kong. Creo que fueron alrededor de los 80.000 aptos., no me acuerdo de la cifra correcta.

A mediados de Agosto de 1966 fuí llamado al despacho de S.Armisén quien me comunicó que habían pensado en mí para llevar a cabo un viaje a Hong-Kong (alrededor de unos 15 días, ja, ja) a fin de averiguar qué había de cierto en las quejas de la Compañía Telefónica de esta ciudad sobre la calidad de los teléfonos recibidos. La idea era que comprobara “in situ” el problema y a continuación montara una minicadena de reparación de aptos dañados.

Según me informaron, antes de iniciar la excursión, había dos problemas principales: los timbres mudos y la rotura de los bastidores de los aptos. Lo de los timbres no nos cogía de sorpresa pues ya en Fábrica teníamos experiencia en este tema: las partículas metálicas que se provocaban dentro del aparato al manipular los inserts de los bastidores, más las que a veces venían incorporadas en las cajas de transporte de los timbres se introducían en los entrehierros de los mismos, dejándolos completamente mudos. Sin embargo, lo más novedoso era el problema de rotura del bastidor. Hasta ese momento no se había producido una queja en ese sentido.

Según informaban desde H.K., el bastidor se partía por la parte posterior del mismo, justo en la zona donde entraban los cordones de extensión y microteléfono.Pero antes de explicar por qué ocurría ésto, voy a contar cómo fue el principio de la excursión.

Después de un largo viaje de varias horas, con escalas en Madrid, Roma, Bombay y Bankog, pasamos por encima de Vietnam (con absoluto silencio por parte del pasaje, hasta que nos avisaron que ya estábamos fuera del espacio aéreo) y llegamos finalmente a Hong Kong. Ese día se celebraba una fiesta (no sé de qué) con gran colorido y estruendo de cohetes. Debido a los cambios de hora y el largo recorrido estaba muy cansado, por lo que decidí meterme directamente en la cama del hotel Ambassador, sito en la calle Nathan Road de la Península de Kowloon. No había dormido ni una hora cuando un estruendo horrible, como si hubiera sido una bomba, me puso en pie en la cama con los pelos de punta y una taquicardia considerable. Se trataba de un poderoso petardo colocado a unos metros de la ventana de mi habitación. ¡Maravillosa bienvenida! Solo fue superada cuando al rato, al salir del hotel para dar un paseo, fui a punto de ser atropellado por un taxi al intentar cruzar la calle (¡ conducen por la izquierda !).

A la mañana siguiente llamé por teléfono a Mr.Wethey, presidente de Transelectronic, que era la fábrica de ITT adonde la Cía. Telefónica de Hong Kong enviaba los teléfonos defectuosos para su reparación. Tras muchas vacilaciones e interrupciones pude indicar a este Sr. que era necesario hablar con algún representante de la compañía telefónica e indicarle que Citesa había enviado a un técnico(¡yo!) para repararlos lo antes posible.

La entrevista, al día siguiente, con dicho representante fué bastante desagradable y eso que, por mi mal inglés (siempre fué muy malo), no me enteraba de la mitad de lo que me decía (solo por la expresión de su cara me daba cuenta que no estaba nada contento con los “ toys telephones”, como él los llamaba).

En Transelectronic habían preparado una planta adonde había amontonados, cuando yo llegué , una cantidad bastante considerable de teléfonos (¿400? , ¿500 ?) a los que tenía que intentar reparar. A partir de ese momento seguían llegando más.

Preparación para el trabajo
Como las personas que me iban ayudar en la reparación eran cuatro chicas chinas, Mr.Wethey tuvo la feliz idea de buscar en la Universidad china a uno de los pocos españoles que vivían entonces en la Colonia , hablaba perfectamente chino y que tenía cierta preparación.

Se trataba de un ex-seminarista , Daniel Cavero, que daba clases de español e inglés en la Universidad china, pues en H.K. había, por lo menos entonces, dos Universidades (la china y la inglesa). Este hombre llegó a Taiwán (Formosa) años atrás y escribía sobre la vida y las costumbres de la isla para una revista española; como no escribía muy bien de Chiang Kai Shek fue expulsado y declarado persona “non grata”.

Arribó a Hong Kong y se casó con una china, Cecilia, con la cual llegó a tener cuatro hijas. Este hombre me trató como un amigo y fué de una ayuda inestimable no solo en mi trabajo sino durante mi estancia en la ciudad.

Para facilitar mi comunicación con las operarias me confeccionó una lista de todos los elementos, piezas y componentes del teléfono, así como de las herramientas que usaríamos en la reparación. En un bloc, a la izquierda y de arriba abajo aparecían los nombres en español; a la derecha, en otra columna, las traducciones en inglés, y al final, más a la derecha, la última columna con la pronunciación en chino de todas las palabras.

Esto era completado con una lista en chino, pronunciada en español, de frases y palabras vulgares de uso común, tales como saludos (buenos días, buenas tardes, tarde, mañana, etc.) y frases usuales en la vida corriente.

Esto representó para mí una ayuda enorme, ya que en el trato diario con las operarias, de las cuales una hablaba algo de inglés, yo me dirigía a ellas con un lenguaje mezcla de inglés y chino (lástima no haberlo grabado). Por ejemplo, si necesitaba un destornillador, le decía a la jefecilla: - Fung, (era su nombre), please, one “losipay”. Losipay era como sonaba en chino la palabra correspondiente a un destornillador.

Aparte de esto siempre llevaba conmigo un pequeño diccionario de inglés-español.

Una vez que íbamos al restaurante a almorzar, lo dejé olvidado en el taller y antes de entrar en el coche le dije a Mr.Wethey, que lo había dejado arriba y que necesitaba llevarlo por que era muy útil para mí, a lo que me contestó: “it is no useful, but essential”.(era un cachondo).

Así comenzó el trabajo
1º.- Procedimos a desmontar la montaña de teléfonos que había allí acumulados y ordenarlos en el suelo a fin poderlos contar con cierta facilidad.

2º.- A continuación fuí probándolos uno a uno, utilizando un pequeño dispositivo diseñado y montado en el Laboratorio de Pruebas de Vida (Control de Calidad.)Prácticamente todos tenían el bastidor roto y el timbre mudo.

3º.- Una vez reparado el apto. ,especialmente de fallos en el timbre por acumulación de virutas metálicas en los entrehierros, se le colocaba un bastidor nuevo y a continuación se enviaba a HK Telephone Co.

Respecto a las roturas de los bastidores , la mayor parte de ellos, como he escrito al principio, presentaban una fina línea de una substancia, como un sudor, que era por donde posteriormente se abrían. Este problema era debido a la llamada “migración de plastificante”. Para quien no lo sepa, un plastificante es una substancia que, incorporada al plástico, incrementa su flexibilidad, manejabilidad y elasticidad, disminuyendo la dureza y rigidez. Los plastificantes son productos esenciales y mayoritarios dentro del producto acabado, lo que ha originado que desde un principio su utilización haya sido vigilada y controlada. Los plastificantes son sustancias que se agregan en la fabricación del compuesto de PVC para impartirle blandura y flexibilidad. Debido a su performance y bajo costo, los plastificantes crean productos para el consumidor y la industria que son versátiles, durables y accesibles. Alrededor del 93% de los plastificantes son ftalatos, quedando aproximadamente un 7% correspondiente a ésteres o poliésteres basados en adipatos, ácido fosfórico, sebácico, etc., El PVC (usado en la fabricación de pasachasis en los cordones de extensión y microteléfonos) consiste en una larga cadena de polímeros con alto peso molecular. Los plastificantes, como los ésteres de ftalatos, son líquidos. Las condiciones de procesamiento – que involucran calor y a veces presión— hacen que los polímeros y los líquidos se junten. En el nuevo estado, el líquido actúa como un lubricante interno y permite que las cadenas del polímero se muevan las unas hacia las otras, brindando flexibilidad. Entonces este material puede ser moldeado o formado en una variedad de productos útiles.

Pués bien, la rotura de los bastidores, debido a la “migración”, provenía según parece de dos fuentes. Por un lado el contacto del pasachasis (grommet) con el bastidor, unido al calor y la humendad en Hong Kong y a la presión mecánica que, en algunos casos, había en estos puntos, provocaba esta “migración”, causante de la rotura del plástico del bastidor (ABS). Pero también había otra posible causa, que fue descubierta en los laboratorios de STL (Londres) y era la producción de ciertos vapores producidos dentro de las bolsas de plástico que cubrían los aparatos telefónicos.

Yo hice algunas pruebas con bastidores nuevos llegados de Málaga, introduciéndolos en bolsas bien cerradas. Al cabo de unos días algunos bastidores presentaban fisuras. Tras el informe de STL las bolsas que envolvían los aptos. y los bastidores llegaban con orificios realizados para facilitar la evacuación de dichos vapores.

Así era mi vida un dìa cualquiera
Del Hotel Ambassador, en el cual estuve dos o tres días, pasé al Hotel Fortuna, en la misma calle que el primero, pero más barato, ya que Mr.Wethey pensó que, a la vista del tiempo que se suponía iba a estar en Hong Kong, la factura del primero podría ser demasiado elevada. Como expuse al principio, llegué a esta ciudad a mediados de Agosto y regresé a Málaga a mediados de Diciembre. El 16 de Enero de 1967 nacía mi tercer hijo. (el pequeño tiene ahora- Abril de 2008- 41 años).

A primera hora de la mañana, tras desayunar en el hotel, unas veces venían a buscarme en un coche de ITT, y otras iba en taxi hasta la fábrica de Transelectronic, que estaba también en al península de Kowloon, pero algo más al interior.

El trabajo se interrumpía entre las 11 y las 12 del mediodía, momento en que almorzaban en la misma fábrica las cuatro chinas que trabajaban conmigo y el resto de operarios que había en la fábrica. Por cierto que lo único que me enseñaron de aquel taller era una cadena de montaje de un pequeño televisor hecho allí, al cual le ponían una carcasa de plástico con la leyenda:”Made en USA”(así se escribe la historia).

En ese tiempo yo aprovechaba para tomar algún zumo y un dulce. Las chicas volvían pronto y a veces traían, dentro de una bolsa de plástico de las que se utilizaban para envolver el microteléfono, unas cuantas cucarachas asadas a modo de postre. Cuando el primer día me las ofrecieron se partieron de risa al ver la cara de asco que puse cuando las ví.

Al poco tiempo, a eso de las 13 horas, me recogían Mr.Wethey, Mr. Guiford (el controler) y un chino con una hermosa coleta y que al preguntarle si era chino me contestó con cierto enfado que no, que era americano. Creo que era un jefecillo de taller.

En el coche de la compañía íbamos al restaurante del Aeropuerto que era el único decente que había cerca de la fábrica. Todavía recuerdo la cara de “coña” que pusieron los camareros uno de los días al ver como un hermoso albondigón era disparado hacia la puerta impulsado por la presión ejercida por mis “sticks”.

Posteriormente volvíamos a la fábrica adonde permanecía hasta alrededor de las 4 ó 5 de la tarde.

A partir de ese momento el día era mío. Aparte de numerosos paseos para conocer la ciudad, por cierto bastante tranquila y agradable, iba con cierta frecuencia al cine; buscaba las películas habladas en chino con subtítulos en inglés: ¡era la única forma de enterarme! Como a veces iba a la última sesión observaba que al terminar la película y al encenderse las luces salía en pantalla una fotografía de su graciosa majestad la reina Isabel acompañada del ”God save the Queen” ; como es natural, los pocos ingleses que estaban en la sala en ese momento permanecían firmes mientras sonaba la música: los chinos salían pitando sin hacer el menor caso.

Epílogo
Durante los cuatro meses que duró mi estancia en esa ciudad tuve la oportunidad de hacer varias visitas tanto en la península de Kowloon, como en la isla Victoria, centro principal de la Administración y centro comercial y turístico. En la mayoría de estas salidas solía acompañarme Daniel Cavero, gracias a lo cual fui conociendo sitios bastante interesantes.

Cuando llegué aquí una de las cosas que me extrañó fue ver los típicos autobuses ingleses de dos pisos con publicidad de Cerveza San Miguel. Yo en principio pensé que era producto de la exportación española. Posteriormente me enteré que en 1890 el español Enrique Barreto abrió en Manila, en el distrito de esta capital que lleva el nombre de San Miguel, la fábrica de cerveza San Miguel, la primera fábrica de estas características del sudeste asiático. En 1946 nace en España otra fábrica cervecera bajo el nombre de La Segarra. Siete años más tarde, Andrés Soriano, presidente de San Miguel filipina llega a un acuerdo con La Segarra para que ésta siga produciendo su cerveza bajo el nombre de San Miguel, y así nace San Miguel, Fábrica de Cerveza y Malta, S.A. Conclusión: que los chinos ya bebían mucho antes que nosotros la cerveza San Miguel filipina.

Al poco tiempo de estar aquí llegó el director general D. Mariano Gómez Mira, que junto con Lorenzo Martínez venían a interesarse por la marcha de la reparación de aparatos.

Una de las cosas que me perdí fue la invasión pacífica de la colonia por parte de los guardias rojos de la revolución cultural (Mao Set Tun), que entraron en Hong Kong en Enero de 1967.

Como final he de señalar que este viaje, el primero que hacía fuera de España, fué una experiencia muy gratificante, a pesar del enorme trabajo que tenía por delante y de la preocupación de no saber exactamente cuando iba a volver a casa, esperando la llegada de mi último hijo.

Rafael Serrano Calvo

jueves, 10 de abril de 2008

EL TRANSPORTADOR RAPAZ

Aunque hace algún tiempo, di por terminada mi participación activa en estas páginas, he seguido visitando el blog. Con ello, he enriquecido mi conocimiento con numerosos aspectos, técnicos y financieros de CITESA, de los que habéis escrito los que podíais hacerlo.
Mi memoria de la fábrica, quedó agotada con mi aportación, pero, las vuestras, han servido para ampliarla, con historias y anécdotas, que no recordaba o, simplemente, ignoraba. Al mismo tiempo, creo conocer mejor, ahora, a las personas, que, aquí, han escrito y, cuya identidad, he descubierto –en algún caso-, a través de las siglas, con las que aparecen.
Ya no pensaba aparecer más por este blog, pero, en el anecdotario, no pude encontrar algo, que sucedió en el taller de ensamble y que, posiblemente, justifique el extraño titular de esta entrada, así como mi necesidad de contarlo:
Aunque no sabría precisar el año, me remito a la fecha de las cadenas de ensamble progresivo, que se abastecían y evacuaban, por medio de los dos transportadores (amarillo y rojo) y que facilitaban el manejo de materiales.
De uno de ellos, que llevaba sus bandejas repletas de subaparatos, colgaban los cablecillos, rematados en conteras, del timbre y del disco y, en uno de los tramos más bajos, uno se enredó en el pelo de uno de los mozos, arrastrando el resto de la cabellera –que, realmente, era un peluquín-, para, después de haber atrapado su presa, reanudar el vuelo hacia las alturas y dejar, al mozo, con las ideas al descubierto. Posiblemente, nadie hubiera reparado en el hecho, sino fuera por la carrera y saltos, con los que, el agraviado, pretendía recuperar el pelo perdido y que, finalmente, no llegó a conseguir.
Y, aunque estoy seguro de una posterior recuperación del aditamento capilar, también se que, desde entonces, jamás lo volvió a lucir.

lunes, 7 de abril de 2008

Los teléfonos inalámbricos.

Los teléfonos inalámbricos de Citesa.

En el muy interesante artículo de Ángel López Esteve se mencionan los inalámbricos. Creo que su historia es curiosa y voy a tratar de contar lo que yo se de ellos.
A finales de los ’70 y principios de los `80 empezaron a usarse los aparatos telefónicos inalámbricos en EEUU. En un primer momento utilizaban al frecuencia de 27 MHz. , es decir la llamada banda ciudadana. Había 10 canales, con lo que era frecuente que se produjeran interferencias entre aparatos cercanos. Además había mucho ruido de fondo y la calidad del sonido no era buena. A pesar de todo, estos dispositivos daban al usuario la ventaja de la movilidad y enseguida se vendieron en gran cantidad. En vista de la situación el FCC (Federal Communications Commitee) hacia 1986 añadió las frecuencias de 47-49 MHz.
En España no eran legales, pero todo español que viajaba a EEUU se traía uno en la maleta. También se vendían en Canarias, Ceuta y Melilla. Con la frecuencia de 47-49 MHz. se daba en algunas ciudades españolas (Madrid por ejemplo) la situación de que el primer canal de TVE emitía en ese margen, con lo que lo que se hablaba en uno de aquellos teléfonos se podía oir en los televisores de todo el bloque. Telefónica no se decidía a legalizarlos, publicando una especificación adecuada a la situación del espectro de frecuencias en España.
Finalmente en noviembre de 1987, con ocasión de la exposición SIMO, se decidieron y pidieron a CITESA que les ofreciera uno, pero sin dar una especificación.. Nuestro Director General, Francisco Gil Burgos me encargó que, como Director de Marketing me encargara de buscar la tecnología o el producto adecuados.
Pronto descubrí que, en aquel momento, en ninguna compañía del grupo Alcatel se fabricaban inalámbricos, por lo que no disponíamos de la tecnología necesaria, así que había que buscarla fuera del grupo. Gil Burgos quería que me fuese inmediatamente a Japón a buscar el posible proveedor. Le convencí de que lo primero era encontrar posibles alternativas, no solo en Japón, sino también en Taiwán, Corea o Hong Kong. Así que me puse en contacto con el presidente de Alcatel ITS en Tokio, Keijiro Sato, al que conocía desde los tiempos de nuestra exportación de Góndolas a Japón. Naturalmente lo primero que me pidió fue la especificación del inalámbrico necesario. Visité a Ingeniería de Telefónica sin resultado. Todo lo que dijeron es que querían un inalámbrico en unas determinadas frecuencias (47-49 MHz.) y en cantidad de 30.000 anuales.
Mientras tanto el tiempo pasaba y cuando, por fin, se pudo concretar que empresas visitar era finales de enero de 1988. Gil Burgos decidió que fuésemos el Director de Ingeniería de Desarrollo (Carlos Fernández Parra ) y yo. Los países a visitar eran: Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur y Japón, y el número de empresas unas 23. Como yo ya tenía experiencia en el Lejano Oriente preparamos cuidadosamente las visitas. Lo primero fue realizar una presentación con transparencias, donde decíamos quienes éramos, empezando por presentar un mapa de Europa donde se indicaba la situación de España y Málaga. En alguna empresa cuando les dijimos que nuestro pedido sería de 30.000 teléfonos se rieron en nuestras barbas, ya que estaban fabricando más de tres millones anuales para Sony . Otras resultaron ser eso que en Málaga llamamos “chambaíllo” con niveles de calidad bajísimos. Además el no disponer de una especificación daba una impresión de poca seriedad por nuestra parte. Finalmente sólo tres empresas, una de Taiwán (SAMPO), otra de Corea y otra de Japón cumplían con los standards de calidad admisibles y se prestaban a suministrarnos el producto y la tecnología. Pero en cuanto a plazo de entrega (Telefónica quería entregas en cuatro meses) solo SAMPO podía cumplir algo parecido a los deseos del cliente. Empezamos las negociaciones con SAMPO dos o tres meses después. Fueron durísimas, empezando porque el Director General de SAMPO con el que negociábamos, casi no hablaba inglés y siempre pensaba que le estábamos engañando; Al Director de Marketing le cambiaron de puesto y nos encontramos con otro que no conocía los antecedentes, etc.. Empezábamos las reuniones a las 8h30m , y acabábamos hacia las nueve de la noche, comiendo en la sala de reuniones pollo frito de un Kentucky Fried Chicken cercano, y bebiendo mucho te. El equipo negociador estaba compuesto por Fernando García Manso, José Luis Casado y yo. En las últimas reuniones se nos unió el abogado de Departamento Legal de SESA..
Durante las reuniones nos sucedieron muchas anécdotas. Una de ellas creo que merece ser contada porque ilustra acerca del ambiente en las negociaciones. Muchos de vosotros recordareis a Costard Cheng. En beneficio de aquellos que no le conocieran diré que es un chino taiwanés, con nacionalidad española, que se dedica a los negocios de importación-exportación por lo que tenía mucha relación con CITESA. Cuando íbamos a Taipei era nuestro “ángel de la guardia”. Su familia era de las que habían pasado a Taiwán cuando Chiang Kai Sek fue derrotado por Mao Tse Tung, siendo su padre y sus tíos generales del Ejército, y su cuñado comandante.
Como he comentado anteriormente, el Director General de SAMPO estaba en una actitud poco amistosa, pero a pesar de ello, cuando llegó un sábado, en el que también tuvimos reunión, al final del día nos preguntó que si teníamos planes para el domingo. Le contestamos que descansaríamos y estaríamos con amigos nuestros de Taipei. Cenamos con Costard y nos propuso que el domingo fuéramos a visitar un palacio cercano donde Chiang Kai Sek vivió los últimos años y que desde entonces se usaba tan solo para reuniones del partido, el Kuomintang, estando rigurosamente cerrado al público. El domingo por la mañana nos recogió Costard en el hotel y nos llevó primero a un cuartel, de donde salimos escoltados por dos motoristas para dirigirnos al palacio.
Cuando el lunes llegamos a la reunión, el Director General de SAMPO nos preguntó si nos habíamos aburrido mucho el domingo. Al contestarle que habíamos visitado el palacio (no recuerdo el nombre), dijo: “¡Ah! ¿Lo han visto desde la colina de enfrente?”. “No, hemos estado dentro porque tenemos amigos en el ejército”. Se quedó de piedra. Y, a partir de entonces cambió su actitud hacia nosotros.
Con objeto de salir al mercado lo antes posible, llegamos al acuerdo de utilizar al principio un modelo que ya fabricaba SAMPO, y al mismo tiempo diseñar un nuevo modelo exclusivo para CITESA. Pero todo eso, es otra historia.

martes, 1 de abril de 2008

CITESA: LOS NÚMEROS, LA CONTABILIDAD, LAS FINANZAS.

Algunos compañeros han dejado escritas en este sitio sus vivencias en Citesa. Animado por Rafael Vertedor, he tenido también la osadía de hacer un recorrido por mis treinta y cinco años de trabajo en la fábrica que han quedado reflejados en el fichero adjunto (enlace al pie).

Desde la especial perspectiva de alguien que siempre ha desarrollado su actividad laboral en el área de las finanzas de la empresa, he intentado narrar como nos han condicionando la vida, en el aspecto profesional, la multitud de cambios de todo tipo ocurridos durante tan largo periodo.

A quien le resulte interesante o ameno gracias por llegar hasta el final, a quien se aburra sugiero que abandone la lectura cuanto antes.



Ángel López Esteve

miércoles, 12 de marzo de 2008

El Góndola.


Góndolas forrados en piel. Versión USA

Góndola para Suecia. STR
(Fotos de J.C. Prieto)


El Góndola

El aparato Góndola fue, en un principio, copia del “Trimline” fabricado por Western Electric para Bell System (ATT). El diseño fue realizado por Henry Dreyfuss Associates, estuvo expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y, en mi opinión, es uno de los mejores diseños de aparatos telefónicos anteriores a la era de la microelectrónica. En EEUU se lanzó en 1965.
Hacia finales de 1968, y como resultado de una visita de un directivo de Telefónica a EEUU, se nos pidió que lo adaptáramos a las necesidades de Telefónica y lo fabricáramos en España.

Recuerdo que un buen día Santiago Armisén de vuelta de un viaje a Madrid nos llamó a la sala de reuniones de Dirección y, enseñándonos 3 fotografías (dos del microteléfono, abierto y cerrado, y una de la base) nos dijo: “Hay que calcular el coste de fabricar este aparato. El resultado tiene que estar el lunes en Madrid”. Era un sábado. (Entonces se trabajaba las mañanas de los sábados). Así que nos pusimos a la tarea, y en un par de horas teníamos un resultado. Como se puede comprender la exactitud de la estimación no sería muy alta, pero el caso es que cumplió su cometido.
Afortunadamente para nosotros, el modelo ya se estaba fabricando en la fábrica de ITT en Corinth (Mississippi), con el nombre de Trendline. Así que se pidió la información técnica. Naturalmente dicha información estaba en unidades del sistema anglosajón y hubo que “traducirla”. Entre la preparación de la información de ingeniería y el diseño y construcción de herramientas no se comenzó la fabricación hasta 1970. (Las fechas las doy sin tener documentos a mano). El primer año Telefónica nos hizo un pedido de 30.000 aparatos. Con ese dato se preparó el Plan de Producto para su aprobación por ITTE (Bruselas). En el Plan se supuso que la inversión se recuperaba en el primer año. A pesar de la oposición de algunos jerifaltes de Bruselas, que decían que en España no iba a tener éxito, se consiguió la aprobación. En años posteriores el Góndola salvó a Citesa.
Algunos recordareis que el diseño mecánico era endiablado. El circuito impreso (que estaba en el microteléfono) era flexible (de mylar), y efectuar en él la soldadura de los componentes era muy difícil. Al principio el “gancho conmutador” se fabricaba a base de resortes que había que ajustar. Más tarde se pasó a utilizar un microrruptor. También al principio, y siguiendo el diseño de ATT, el disco se iluminaba mediante una pequeña lamparita incandescente, alimentada por un transformador que iba conectado a la red eléctrica. Esto originó un conflicto con los celadores de Telefónica, que decían que entre sus tareas no estaba la de manejar los 220 v. de la red. (Muchos abonados no tenían un enchufe cerca del lugar de instalación del aparato y pedían al celador que les instalara uno). Así que Ingeniería de Telefónica (Planes y Normas) nos pidió que estudiásemos la posibilidad de utilizar un L.E.D. (diodo luminoso) que, por aquellas fechas era algo muy novedoso. Así que preparé una especificación del LED ideal y la envié a algunos fabricantes de LED’s. Para mi sorpresa un fabricante aceptó la propuesta y empezamos a utilizar el LED. Por cierto que en eso nos adelantamos a ATT, que cuando se enteró se dirigió a ITT Nueva York para pedir información. El Director Técnico a nivel mundial del área de Audiocomunicaciones, Frank Palen se dirigió a mí y le envié la información. A los pocos días me envió un telex diciendo que los técnicos de ATT estaban preocupados porque, como el LED estaba en serie con el circuito telefónico, al marcar, el LED se encendía y apagaba siguiendo los impulsos del disco, y que pensaban que esos destellos intermitentes podían desencadenar crisis epilépticas o migrañas en abonados predispuestos. Mi contestación fue que si eso era cierto en Times Square (donde hay multitud de anuncios destellantes) muchos viandantes sufrirían crisis. A los pocos días me llamó por teléfono diciendo que cuando les contestó en ese sentido a los técnicos de ATT, éstos le dijeron que la razón era muy convincente, así que incluyeron en LED en su diseño. (Con mejoras respecto al nuestro, todo hay que decirlo. Entre otras cosas la técnica de los LED había mejorado y ya podían ser de otros colores y no solo rojos como al principio).
Otra anécdota, esta con tintes personales, fue la siguiente. Años después de introducir el Góndola (hacia 1981) asistía yo a una reunión de ITTE en Bruselas para tratar el tema de los Planes de Producto. El Jefe de Línea de Producto Audiocomunicaciones, un sueco llamado Nordsieck, puso como ejemplo negativo el Plan del Góndola de Citesa (bueno, no mencionó el nombre de la compañía, pero al decir Góndola estaba claro), basándose en que la inversión era muy alta y había dudas sobre el éxito del proyecto. No me pude contener (era joven e impulsivo) y le contesté que, si bien la inversión era alta, se recuperaba en el primer año, y además, el proyecto había sido un éxito total, incrementándose notablemente los pedidos. En resumen que le dejé mal frente a muchas personas de ITTE. Lo que no me podía imaginar es que, meses después, dejé la Ingeniería de Desarrollo y pasé a ser Jefe de Producto de Audiocomunicaciones de Citesa, con dependencia lineal del Director General (Manuel Vidal) y dependencia funcional del Jefe de Línea de Bruselas, es decir, Nordsieck. El resultado fue que Nordsieck le pidió a Vidal que me destituyera. Menos mal que Vidal no sólo no le hizo caso, sino que me avisó de la situación.
Posteriormente se rediseñó el aparato, pasando casi toda la circuitería a la base y eliminando el circuito impreso flexible.
También se diseñó un modelo con teclado, que no fue aceptado por Telefónica, porque el entonces Director de Ingeniería de Telefónica dijo que las teclas eran muy pequeñas y no se veían bien los números.
Sin embargo el Góndola de teclado sí tuvo éxito en exportación. Se vendió en Suecia (que fue poner una pica en Flandes, ya que era territorio de nuestro gran rival: Ericsson). En Japón fue el primer teléfono extranjero aprobado. (Las anécdotas de la venta en Japón fueron muchas y divertidas). También se vendió en Australia, así como en muchos otros países.

lunes, 10 de marzo de 2008

Sobre el plan de viabilidad y la fábrica del PTA

Antonio Bravo nos cuenta cómo se agilizaron los trámites con la Junta de Andalucía sobre el plan de vialibilidad y el traslado de la fábrica al Parque Tecnológico de Andalucía.

En el siguiente enlace se puede descargar el corte de audio.

Trámites plan de viabilidad

lunes, 3 de marzo de 2008

Primeros Pasos en Martiricos

Creo recordar que fue en Abril de 1986 cuando ya aparecí por Martiricos.
Unos dia antes me llamó Alfonso Gajate y me invitó a comer en el resturante Luisa Fernanda, proximo a las oficinas de Princesa.
Durante la comida me realizo una entrevista que me irritó un poco. Yo llevaba veinte años como ingeniero en SESA y no me parecio correcto que un recien llegado me estuviera examinando . ( Me hizo monton de preguntas y me hizo hablar en ingles y frances).
Alfonso, con su sempiterna libreta, apuntaba todo. Recuerdo que cuando se enteró que mi padre habia sido militar , lo apunto con mucho interés. ¿ Que perfil de director de fabrica buscaria?.
Me recabó si yo tenia alguna pregunta para él . Y se la hice: ¿ Piensas estar mucho tiempo con nosotros?. ( Sus cejas casi le llegaron a la nuca).
Tras la comida llamé a mi jefe( Julio Hernandez) y le dije que si yo era candidato de Alfonso renunciaba al puesto. Me dijo: "Tranquilo eres candidato mio y de Canalejo".
Una vez aterrizado en Martiricos, me dediqué ,como es lógico, a conocer las instalaciones y a las personas.
Yo conocia ya a bastantes de vosotros ( Rafa, Pepe Cano, Pepe Pardo,... ) y tambien estaba un poco familiarizado con el producto.
Los teclados de multifrecuencia y la placa base del TRM habian tenido un primer nacimiento en la meseta y yo colaboré en ello.
Las instalaciones, que nadie se enfade, eran susceptibles de gran mejora.
Recuerdo que al jefe de mantenimiento ( mi pre-alzheimer me impide recordar el nombre), le pedi insistentemente la mejora de los jardines.
Las palmeras, por ejemplo, tenian un monton de hojas secas y pedian una poda a gritos.
Ante la dificultad que al parecer tenia la tarea, le pregunté a Manolo Perez( mi frecuente tabla de salvacion) si era muy caro o muy dificil. Me contestó :" Diez mil duros. Si tu firmas la factura ,este fin de semana lo hacemos" .
En otra ocasion decidimos mejorar el acceso al edificio de oficinas. Habia que abrir una puerta enfrente de las escaleras.
El jefe de mantenimiento ( ¿ Cabello?) dijo :
- Imposible. Hay una pintura muy importante que no se puede mover sin permiso del pintor.
- ¿ Dónde esta la pintura?- respondí yo.
- En la pared, tapiada .
Me parecio tan sorprendente que se pudiera emparedar una pintura y no se pudiera trasladar " sin autorizacion del artista".
La pintura resulto ser una alegoria de la industria , a mi parecer , de muy buen nivel . ( Alguien se acuerda del nombre del pintor?).
Para agilizar los cambios del edificio, se nombró a Adolfo responsable de mantenimiento, el cual con la colaboracion de Manolo, le dieron la vuelta al edificio y ademas aprendieron a hacer casetas de feria.

Anécdotas de viaje en servicio para Citesa.(I)

Como muchos citesianos recordareis yo me pasaba más tiempo en aviones y aeropuertos que en mi despacho, lo que dio lugar a multitud de situaciones curiosas, empezando porque, en un principio, Santiago Armisén quería que el que viajara fuera Gerardo Villanueva y no yo. Cuando todavía no habíamos venido a Málaga (1962) el Director Técnico de Standard decidió que había que viajar a Atenas por algo relacionado con una posible venta de aparatos telefónicos a la Administración griega. Así que Santiago Armisén (SA de ahora en adelante) nos llamó a Gerardo y a mí. Pero Gerardo no tenía pasaporte y el mío era válido tan sólo para algunos países (los del viaje fin de carrera), entre los que no estaba Grecia. Yo, que estaba preparando mi boda, puse todos los impedimentos habidos y por haber para viajar, así que, al final, fue SA. Pero, ya conocéis las Leyes de Murphy, durante el viaje murió la madre de SA y él llegó tarde al sepelio. Creo que de algún modo me culpó a mí. Así que cuando, a principios de 1965, ya en Málaga, hubo que viajar a Marruecos para visitar en Rabat a la Administración marroquí, SA le dijo a Gerardo que fuera él. Pero Gerardo le tenía verdadero pánico a volar y, con la excusa (por otra parte cierta), de que su mujer estaba a punto de dar a luz me pasó a mí el “viajecito”.
Visto que no me libraba del viaje, decidí sacar el máximo provecho posible, y como a mi mujer le apetecía mucho visitar Tánger, organicé el viaje para salir de Málaga un sábado por la tarde en el vuelo Málaga -Tánger, y el lunes a primera hora volar a Casablanca, para reunirme con el representante de ITT e ir con él a Rabat. Pero, una vez más Murphy, el 23 de marzo estalló una revuelta en Casablanca, los tanques en la calle, etc. Así que se retrasó el viaje. A la semana siguiente, cuando parecía que se había normalizado la situación, se decidió ir, pero SA me dijo: “Mira Lorenzo, yo que tú no me llevaba a Hortensia, por lo que pueda pasar”. Me pareció un buen consejo, así que organicé el viaje sin mi mujer. Después me di cuenta de que para qué quería pasar un día en Tánger yo solo, así que anulé el vuelo previsto y lo cambié para el día siguiente. Y, ciertamente, hice bien en hacer el cambio, pues el vuelo original se estrelló en Cabo Espartel (31/3/1965) muriendo 50 de los 53 ocupantes.

En el verano de 1965 había que viajar a Hong Kong, Sudán, Abisinia y Kenia para presentar el “Heraldo”. Como ya había estado en Marruecos me tocó la china. Además había que ir a Ginebra para obtener de la UIT (Unión Internacional de Telecomunicación) los resultados de las medidas de Equivalentes de Referencia realizadas en el laboratorio del CCITT. Fui primero a Hong Kong. Entonces no existía el Boeing 747, sino los mucho más pequeños 707 y DC8. El vuelo tardaba cerca de 24 horas. Málaga- Madrid-Roma-Emirato del Golfo-Bombay-Calcuta-Bangkok-Hong Kong. Naturalmente viajaba en turista. Unos cuantos días en Hong Kong, de allí a Ginebra, donde no tenían todavía los resultados de las medidas. Así que a Madrid y una semana después Ginebra -Addis Abeba (varios días de fiesta por ser el cumpleaños del Negus) así que para no perder tiempo Nairobi-Addis Abeba-Jartún- Madrid –Málaga. No he vuelto nunca a ninguno de los tres países africanos. En Sudán, especialmente lo pasé mal. En aquella época se produjo la escalada de la guerra del Vietnam, y leyendo la prensa (Life, Newsweek, Time) parecía que iba a estallar la 3ª Guerra Mundial. Y yo en un país con el que España no mantenía relaciones. El gobierno sudanés era extremista islámico. La semana anterior, en Nairobi leí una noticia según la cual los sudaneses habían tirado al Nilo, en zona infestada de cocodrilos, a 31 misioneros cristianos (católicos y protestantes). Al llegar a Jartún, me recibió en el aeropuerto el representante de ITT, y lo primero que me dijo fue que no se me ocurriera pedir bebidas alcohólicas. El calor era tal que un día de terral se recordaba como fresquito. Addis Abeba era deprimente. Un inglés enviado por UNICEF para formar a los jóvenes en técnicas de telecomunicación, se enteró de mi presencia y de que yo llevaba una película de 16 mm. sobre la fábrica de Citesa (Por cierto, ¿qué habrá sido de aquella película?). Así que me llamó al hotel y me preguntó que si podía proyectarla para sus chicos. Lo hice y de paso ví como vivían los pobres chicos. ¡Y esos eran los privilegiados! En Kenia, al llegar al aeropuerto me dieron una especie de pasaporte, escrito en inglés y swahili, donde decía que si tenías problemas lo enseñaras. Más o menos decía que el portador era un visitante que aportaba divisas al país, así que no le trataran mal. ¡Muy tranquilizador!
En ninguno de los tres países africanos se pudo vender nada. En el único sitio que tuve éxito fue en Hong Kong, donde se vendieron 85.000 Heraldos, venta que luego originó una serie de problemas. Pero, como diría Kipling, eso es otra historia. Ahora estamos en historias de viajes.
A finales de 1967, Telefónica pidió que uno de sus ingenieros visitara “Standard Telecommunication Laboratories”, en aquel momento el mejor de Europa en medidas telefonométricas. Dado que yo iba allí con frecuencia, me pidieron que le acompañara. Organicé el viaje de Málaga a Londres directo, con intención de encontrarme en Londres con el de Telefónica. Unos días antes del viaje me llamó un compañero de Comercial de Standard y me dijo que el ingeniero de Telefónica no había salido nunca de España ni hablaba inglés, así que sería mejor que yo fuese de Málaga a Barajas, me encontrase allí con él y ya juntos volar a Londres. Así lo hice, y llegamos al hotel reservado, en Bishop Stottford, un pueblecito cercano a los laboratorios. Por la mañana bajamos a desayunar al comedor del hotel y nos encontramos con otro compañero de Standard. Al acabar de desayunar el compañero nos dijo: “Esperadme un momento. Voy a ver si tienen el periódico de hoy, para ver si han encontrado la “caja negra”; ”¿A que caja te refieres?” le pregunté. “Ah. ¿No os habeís enterado?. Ayer se estrelló el avión que venía de Málaga” (4/11/1967). Me quedé pálido y se me indigestó el desayuno. ¡Era el vuelo en el que yo tenía reserva! Murieron los 37 ocupantes.
A estas alturas estaréis pensando que lo mejor es no viajar conmigo. Bueno, el caso es que aquí sigo, aunque me ocurrieron otros incidentes que contaré en próximas entregas, si os parece oportuno.

sábado, 1 de marzo de 2008

EL WATER DE LOS MARTÍNEZ

Lo que voy a contar es una historia real de la vida de CITESA que ocurría en el edifico del Paseo de Martirícos. A los que no la vivieron les parecerá increíble y el resto, los que sí la conocimos, nos sorprenderá que se pudiese dar esa situación y que se aceptase como la cosa más normal del mundo.

Los servicios de caballeros de las oficinas de las ingenierías eran como todos los servicios destinados a una colectivo de individuos varones: sus lavabos, su batería de urinarios y los apartados de los retretes cuyas puertas, tipo “tres cuartos” que no llegan al suelo ni al techo, se cerraban por dentro con pestillo. Pero en CITESA uno de los retretes tenía una puerta que cerraba completamente el apartado y que se tenía que abrir con llave. Los poseedores de esa llave eran los jefes de departamento.

La situación era ridículamente clasista, pero lo mejor fue el nombre que el ingenio malagueño puso a tal situación.

A la sazón había un programa de entrevistas en la sobremesa en Televisión Española, “La casa de los Martínez”, en el que se representaba un hogar de clase media, y varios presentadores y actores hacían de miembros de la familia (recuerdo a Florinda Chico y a Rafaela Aparicio haciendo de chachas de la casa). Cada día un famoso visitaba la casa, lo invitaban a un cafetito y le hacían la entrevista. Al final, como prueba de hospitalidad, la familia le daban al visitante famoso “la llave de la casa de los Martínez”; algo así como decirle: “ésta es su casa, puede venir cuando quiera”.

En aquél tiempo, el Jefe de Ingeniería de CITESA era Lorenzo Martínez que, naturalmente, era uno de los poseedores de copia de la llave del retrete elitista. El chiste estaba servido en bandeja: a la llave en cuestión se la conocía por “la llave del water de los Martínez”.

Como he dicho, los poseedores de derecho de la llave eran los jefes de departamento, que acabaron dando una copia a sus colaboradores de confianza, quienes hicieron lo propio con los suyos. Nunca llegué a saber el criterio para tener derecho a tal privilegio. En mi caso concreto, adquirí la categoría escatológica de “Martínez” cuando empecé a tener ciertas responsabilidades en proyectos; creo que fue Pepe Estrada el que me dio el distintivo de ese club de élite.

Años más tarde, cuando Ingeniería de Desarrollo se instaló en los locales del antiguo comedor, el Jefe de Ingeniería de entonces, Carlos Fernández Parra, intentó hacer también un retrete reservado. Pero los tiempos ya habían cambiado y Paco Gil Burgos, Director General, ante las presiones del resto de directores de departamentos, suprimió ese retrete. La igualdad debe empezar por las necesidades básicas.